28 de julio de 2006

Nieve a finales de Abril

Por Marcela Latorre








Iba 20 minutos tarde. Pensé que quizá se había ido. “Yo espero 15 minutos y después me voy”, había dicho por teléfono, casi un mes atrás. Salí corriendo por la escalera del metro, mientras pensaba que tal vez no debería apurarme tanto, después de todo, sabía exactamente a lo que iba, y no me gustaba la idea.

Un viento demasiado helado para mi gusto me golpeó la cara mientras caminaba. Lo vi a lo lejos y me hizo señas para que lo esperara. Su saludo sonó a ensayado y me dio un beso en la mejilla que se sintió cien veces más frío que el viento otoñal, que no dejaba de soplar.

- ¿Vamos a tomarnos algo? Tengo frío.

Asentí con la cabeza. Caminamos una cuadra, volviendo sobre mis pasos y entramos a una fuente de soda.

- ¿Quieres un café, u otra cosa?
Titubeé un momento.
- No tomo café.
Pedí una bebida. Craso error. Hacía demasiado frío, e iba a tardar el triple de tiempo que él en terminar su café.
- ¿No te molesta que fume?
- No.

Pidió un cenicero y prendió un cigarro. Andaba con fósforos. Pensé en preguntarle por el encendedor que le había regalado, pero preferí no decir nada.
Él empezó.

- Voy a ir directo al grano. Yo no quiero seguir contigo.

Se me congeló la sangre. Siguió hablando, pero yo no lo escuchaba. Trataba de entender porqué me había sorprendido tanto, si me lo esperaba desde que me llamó. “Tengo que conversar contigo, algo importante, pero no quiero que sea por teléfono”. Estaba claro. Sin embargo me tomó desprevenida.
Empecé a mirar hacia atrás, a analizar. Me di cuenta de que era él quien había llevado la relación desde un principio, y yo no había hecho nada por evitarlo. Ahora era él quien tomaba la decisión. Sentí rabia. Quise decirle algo, no quería mirarlo en silencio mientras él lo decía todo, pero no tenía palabras para decir nada, y peor aún, no sabía qué decir.

- Quiero dejarte claro que no te estoy pidiendo un tiempo, sino que estoy terminado contigo. Definitivamente.

Quería irme de ahí, salir corriendo hacia cualquier parte. Estar sola.
Terminó su café. Miré mi vaso vacío y la botella, llena aún hasta la mitad. Lo único que quería era terminar y largarme.

- Si alguna vez quieres decirme algo, o quieres que nos juntemos, puedes llamarme. Yo te quiero mucho, y si quieres, me gustaría conservar tu amistad.

“Te quiero mucho”. Era la primera vez que me lo decía, y sonó tan sincero, que pareció casi irónico.
Pidió la cuenta y salimos. Me acompañó hasta el metro. “Trata de no llorar, porque me da pena a mi”, había dicho. Su egoísmo me sorprendió.

Mientras esperaba el metro, busqué en mi bolso algo que me distrajera de mis pensamientos. No encontré nada, excepto una flor de papel, que guardaba desde la primera vez que salí con el Nico, hacía casi un mes atrás. Cuando se abrió la puerta del vagón, una lágrima me rodó por la cara.

29. Abril. 2001

25 de julio de 2006

Comunicado Oficial


Voy a dejar de fumar.
La tercera es la vencida, y mi faringe me lo exige.

Tú puedes colaborar con la causa: si me ves fumando, golpéame
(así además voy a saber que leíste mi blog :P)

Y a los señores de ChileTabacos:
sería de gran ayuda para mí si sacaran
los Viceroy Light de circulación.

Muchas gracias.





22 de julio de 2006

Viceroy Light

Por Marcela Latorre

Me fumé un cigarro tras otro esa noche
Y en cada uno el humo dibujaba tu nombre.
Salía poco a poco de mi boca, formaba bocanadas azules,
volutas verde agua, bandadas grises y torbellinos amarillos.
Incluso creí ver tu rostro dibujado una vez,
Pero una flecha transparente lo borró antes de que pudiera abrir los ojos.

Me fumé un cigarro tras otro esa noche
Y en cada uno la lumbre se parecía a tus ojos.
Se quemaba despacio, brillando en la oscuridad.
De vez en cuando se dejaba caer una ceniza desprevenida,
dibujaba círculos en el aire y chocaba muerta contra el suelo.

Me fumé un cigarro tras otro esa noche
Y creía que oía tu voz detrás de mi oreja,
Creía que sentía tus labios en mi cuello,
Creía sentir tu respiración sobre cada uno de mis poros
Y que tus manos recorrían mi piel húmeda.

Me fumé un cigarro tras otro esa noche
Y sentí como me amabas en la oscuridad.

Hoy nuevamente es de noche.
Pero me siento sola, seca y vacía.
Ya no me quedan cigarros para seguir recordándote…

18 de julio de 2006

Antes de continuar


Em...

He recibido varios post y comentarios del tipo "ánimo, todo va a estar bien" o "sigue adelante, la vida no es tan terrible como parece".
Frente a lo cual creo verme en la necesidad de hacer una declaración-aclaración pública:

No estoy deprimida. No soy depresiva (bueno, tal vez hasta cierto punto, pero nada fuera de lo común). No tengo tendencias suicidas. No creo que la vida sea un lugar terrible. Incluso me considero una persona feliz.

¿Cuál es el problema entonces?, ¿Porqué todo lo que publico (y seguiré publicando) parece triste y oscuro?


Simple! Ocurre que (al igual que muchas otras personas), sólo escribo muy de vez en cuando, especialmente cuando ando bajoneada (podría decirse que escribo durante 3 o 4 días, una vez al mes XD). Además no me gusta como me quedan los textos "más bien optimistas". Me leo y me encuentro cursi, se me hace mucho más fácil escribir respecto a la soledad y la desesperanza.

El blog lo creé para publicar sistemáticamente algunos textos que he ido acumulando con el tiempo, y que jamás han visto la luz. En realidad nunca me había dado cuenta de que eran todos depresivos hasta que caché los comentarios que me hacían, pero bueno.

Supongo que voy a seguir publicando cuentos tristes, aunque ande con la sonrisa de oreja a oreja. Simplemente porque los otros no me salen.

He dicho

15 de julio de 2006

...





Once


Once I found the love of my life.

But she took away my love,
so I took away her life...

Gonzalo Andrade

11 de julio de 2006

De cómo (no) funcionan las cosas








Es así de simple:

Él se acerca. Te promete el sol, la luna y las estrellas.
Tú dices "No, gracias, no estoy interesada"
Él insiste. Vuelve a buscarte. Te ofrece el mar, el cielo y la tierra.
Tú dices "No, en serio, de verdad no lo necesito"

Él se resigna, acude a
Lacuna Inc.
y borra su memoria para olvidarse de ti.
(si, igual que en Eternal Sunshine of the Spotless Mind)

Entonces a ti te baja la inseguridad y la confusión.
“Y si le dijera que si?” “Y si le pidiera la luna?”
Hasta que decides que sí querías, y partes a buscarlo.

Le dices que cambiaste de opinión.
Que ahora sí quieres el sol, el mar y las estrellas.

Él te mira perplejo, y sólo atina a decir algo así como
“Kiwatesucede?, si ya fue. Olvídame”
Se da media vuelta y sigue trabajando en lo suyo.

Y tú? Perdiste. Como en la guerra.

8 de julio de 2006

Declaración de Principios

Siempre se me ha hecho muy difícil decir quién soy o cómo soy.

Muchas veces he pensado que lo que me define es precisamente ser completamente indecisa, inconstante, voluble y cambiante. Sin embargo, hay algunas cosas que se mantienen estables a pesar de todo:

Odio andar con la ropa manchada (o con hoyos). Odio salir de mi casa sin haber hecho la cama. Odio equivocarme en público. Odio los ejercicios tipo “defínase en una frase”, “defínase en un concepto”. Odio a la gente que publica con faltas de ortografía (y odio cuando se me pasan a mí). Odio a la gente que saca cosas del supermercado y las deja donde no corresponden. Odio a la gente que dice que va a llamar y no llama. Odio a la gente que dice que va a llegar y no llega. Odio herir los sentimientos de la gente que me importa.

Nunca vi los Caballeros del Zodíaco, ni Patio Plum. Nunca vi Candy Candy, ni Robotech. Nunca vi MazingerZ. Nunca completé un álbum. Nunca me resultó con el niño que me gustaba (y aún no me resulta). Nunca he podido comer completos o tallarines sin mancharme. Nunca es suficiente cuando se trata de helado o chocolate. Nunca me he arrepentido de leerme todos los Harry Potter (y espero con ansias el próximo número).

Me encanta leer la Cosmopolitan cada vez que puedo. Me encanta cantar y bailar con escándalo cuando estoy sola. Me encanta George Clooney. Me encanta Brad Pitt. Me encanta el verano. Me encanta que haya 25° C y sol todo el día.


Podría seguir mucho rato más, pero mejor dejarlo para otra vez.