27 de septiembre de 2006

Latinoafroasiática








Cuenta la leyenda que hace muchos años en la provincia de Macau, el intrépido Siu Linfo Yektin, aburrido de la vida en China, decidió probar suerte y se embarcó rumbo al otro lado del Pacífico, yendo a parar nada más y nada menos que a las costas de Chile.

Una vez llegado, Siu Linfo, ni corto ni perezoso, contrajo matrimonio con una peruana, llamada Clemencia Ocampo y se asentaron en Mapocho, un pequeño pueblo cerca de Humberstone, instalaron una pulpería y tuvieron tres hijos: Gil Sius, Quayu Sius y Sionglan Sius.

Pasado un tiempo decidieron emigrar a la capital, donde Sionglan contrajo matrimonio con el pirqueño Teodoro Rivas. De la unión de ambos nacieron cuatro retoños: Meylin Susana, Ailin Paz, Teodoro Eywan y Chitwan Manuel.

Pues bien, sucedió que al alcanzar la mayoría de edad, Ailin decidió viajar a la remota ciudad de Valdivia, para estudiar en la UACH (Universidad Austral de Chile), donde conoció al que sería su primer esposo, el dominicano Carlos Rijo. Es así como nace, un 7 de diciembre de 1984, en el Hospital Regional de Valdivia, la pequeña Dámari Rijo, latina por su bisabuela Clemencia, afro por su padre, y asiática por su bisabuelo Siu Linfo.


BONUS TRACK

Estracto de la conversación sostenida entre Siu Linfo Yektin y el encargado del Registro Civil cuando el primero realizaba los trámites para obtener nacionalidad chilena.

- Hola, vengo a sacar nacionalidad chilena.
- Si claro, como no. ¿Su nombre?
- Siu Linfo Yektin
- Mmmmm… no, ese no, otro
- …
- …
- Pedro?
- Perfecto. De ahora en adelante ud. se llama Pedro Sius.

(no comments)

15 de septiembre de 2006

Días y días








Es algo así como estar constantemente al borde del colapso nervioso.
Si algo llega a fallar, o si se aumenta un poquito más la exigencia, se sobrepasa el límite, y entonces llega el caos.
Con el caos llega la crisis.
Con la crisis viene el drama.
Y con el drama llega la depresión.

Así de delgada es la línea entre la eficiencia y la autodestrucción.

***

En principio creí que iba a traspasar la línea. Que esta iba a ser la peor mañana de la vida. Sin embargo, mientras termino de diagramar cumpliendo con todos los requerimientos, con una propuesta conceptual decente y –más encima- dentro del plazo establecido, me doy cuenta de que las cosas van saliendo bastante mejor de lo esperado. De fondo suena We’re the champions, y Freddy me dice que voy a tener un buen fin de semana.

7 de septiembre de 2006

Tres actos de un cerezo


Tercera parte y final: DEL OTRO LADO DEL MAR

Es de noche. Una noche fría y solitaria. La luna se refleja sobre el pavimento y las estrellas parecen enormes luciérnagas estáticas en el cielo.
Me acuerdo del viejo cerezo frente a tu ventana.

Sé que ya no va a florecer. Está viejo y cansado. Pero me pregunto si tú sigues sentado en la ventana, esperando la lluvia.

Tal vez la misma lluvia te hizo olvidar cómo sonreír, igual que a mí. Tal vez te hizo salir a buscar otros mundos. Tal vez partiste lejos. Lejos del lugar donde siempre estuviste, y donde dijiste que siempre estarías.
¿Te habrás alejado del viejo jardín donde te conocí? ¿De todo lo que dejé atrás cuando me fui?

“Siempre estaré aquí.”

Cierro los ojos y trato de imaginarte entre la luna y el pavimento, donde las estrellas se confunden con las luces de la ciudad. Andando por caminos desconocidos y solitarios. Pero no puedo. Sólo te imagino ahí. Sentado frente al cerezo esperando la lluvia.

Quizá algún día vuelva a perseguir mariposas.
Y alguna Phoebis Philea me lleve a tu puerta.

5 de septiembre de 2006

Tres actos de un cerezo


Segunda parte: ANTES DE LA LLUVIA


Sonríes, pero no como entonces.

Me dices que aún hay tiempo,
tiempo para dar media vuelta,
tiempo para deshacer las maletas,
tiempo para sentarse en la ventana
frente al cerezo,
y contarnos historias esperando la lluvia.

Pero el cerezo ya está seco.
Y yo olvidé como sonreír.

- Lo siento – te digo -
No es cuestión de tiempo.

Tomas mi mano y tus ojos castaños dibujan una lágrima.
- Siempre estaré aquí.

- Lo sé. Es por eso que me voy.

2 de septiembre de 2006

Tres actos de un cerezo


Primera parte: MARIPOSAS

De pequeña solía corretear persiguiendo mariposas. Me mostraban sus rutas y yo las seguía, sin importar mucho donde me llevaran.

Un día, persiguiendo una enorme Phoebis Philea, me encontré de pronto frente a un gran árbol, que más bien me parecía una inmensa nube de color rosa. Una brisa suave sopló en ese momento y vi, atónita y maravillada, como cientos de pequeñas mariposas rosadas se desprendían de sus ramas rojizas y pasaban volando veloces por sobre mi cabeza.

Intenté atraparlas, y entonces te vi por primera vez. Me mirabas desde el jardín, sonriendo con tus enormes ojos castaños.

- No son mariposas – dijiste – Son flores. Los cerezos florecen después de la lluvia.

Desde ese día no perseguí más mariposas. Todas las tardes, en cambio, corría a buscarte junto al cerezo.