2 de septiembre de 2006

Tres actos de un cerezo


Primera parte: MARIPOSAS

De pequeña solía corretear persiguiendo mariposas. Me mostraban sus rutas y yo las seguía, sin importar mucho donde me llevaran.

Un día, persiguiendo una enorme Phoebis Philea, me encontré de pronto frente a un gran árbol, que más bien me parecía una inmensa nube de color rosa. Una brisa suave sopló en ese momento y vi, atónita y maravillada, como cientos de pequeñas mariposas rosadas se desprendían de sus ramas rojizas y pasaban volando veloces por sobre mi cabeza.

Intenté atraparlas, y entonces te vi por primera vez. Me mirabas desde el jardín, sonriendo con tus enormes ojos castaños.

- No son mariposas – dijiste – Son flores. Los cerezos florecen después de la lluvia.

Desde ese día no perseguí más mariposas. Todas las tardes, en cambio, corría a buscarte junto al cerezo.

1 comentario:

hetsah dijo...

desde que recuerdo, alguien menciona los cerezos
pero nunca he visto uno

sin embargo gracias a ti lo pude imaginar

y debe ser, en vivio, aún más increible

:)