31 de agosto de 2006

Miedo








- ¿A qué le tienes miedo?

Por un momento no supo qué contestar. Se quedó callada mirando por la ventana, mientras seguía acariciando su pelo con la mano derecha. Poco a poco se había oscurecido. No notaron siquiera cuándo se puso el sol, y ahora esa luz azulina que anuncia la llegada de la noche iluminaba tenuemente la habitación.

- No sé… a muchas cosas. A las arañas.

Él sonrió vagamente.

- A la senilidad. A llegar a un momento en el que no sepa realmente qué es lo que pasa en mi vida y moverme como en una realidad paralela, mientras todos tienen que cargar conmigo. A ser un estorbo. A perder la conciencia de mi misma.
- A perder el control…
- … sí, a perder el control.

14 de agosto de 2006

Fin








Esperó la luz roja y se marchó para siempre...
(micro)cuento para Santiago en 100 palabras 2005

7 de agosto de 2006

Tiene que ser ahora


Lo siento venir. Tiene que ser ahora. Mis manos tiemblan. Sudo. Está cada vez más cerca. Aprieto los puños y espero. Tiene que ser ahora. Se acerca. Me preparo.
Todo pasa muy rápido. El suelo tiembla, se oye un rugido, luego un chirrido y de pronto me veo arrastrado por una manada de bestias frenéticas que se atacan entre si. Golpean, gruñen, patean, empujan y zamarrean.
Se escucha una bocina, y una voz que dice: “Señor pasajero, deje bajar antes de subir”. Pero la puerta se cierra en mi cara.

No importa, a la otra me subo.


Cuento para Santiago en 100 Palabras 2005



3 de agosto de 2006

La historia del hombre gris

Como cada mañana, vistió su abrigo gris y salió a la calle con pensamientos grises.

Mientras caminaba mirando sus zapatos, el hombre gris tropezó con algo. Era un pequeño hombrecillo verde, atascado en una grieta del pavimento. Estupefacto, el hombre gris tiró de su cabeza hasta sacarlo.
Una vez fuera, el hombrecillo miró malhumorado al hombre gris, y consultó su reloj. “No tengo mucho tiempo” -dijo- “pero me haz ayudado, así que te concederé un deseo.”

El hombre gris dudó un momento.
“Muchas gracias, pero tampoco tengo tiempo”, dijo. Y siguió caminando por las calles grises, cabizbajo y pensativo.


Cuento para Santiago en 100 palabras 2005.