
- No me mires con esa cara. No me voy a arrepentir.
- Lo mismo dijiste la última vez.
- Si lo sé, pero esta vez es diferente.
- Diferente por qué?
- Porque no hay nada que me haga cambiar de opinión.
- Nada?
- Nada
Sacó las llaves de su bolsillo y las dejó sobre la mesa. Dio media vuelta y caminó hacia la puerta.
Antes de salir me miró por última vez.
- Estás segura?
No lo estaba, pero no tenía opción.
- Si, estoy segura – dije, y procuré no llorar mientras se iba.