31 de mayo de 2008

Coleccionista








Se pone bufanda, guantes, gorro de lana y sale a la calle. Camina y observa a la gente, tomando nota de cada detalle. Lo que visten, lo que hacen, lo que dicen, lo que compran, lo que comen, lo que botan. De qué lado de la calle caminan, si andan con las manos en los bolsillos, si ceden el asiento y hasta si caminan más rápido cuando empieza a llover. Presta atención a las conversaciones de los extraños en la calle y a los que hablan por celular en el metro o en la cola del banco.
Observa y especula acerca de sus vidas, de lo que son y lo que no son, pero sobre todo de lo que quisieron ser. “Cada extraño es un mundo”, piensa, “hay que saber leer los detalles”.

Luego se va a su casa. Compra pan, queso, un paquete de cigarros y una botella de vodka. Escribe durante semanas enteras sin detenerse. Teje hábilmente las situaciones más insospechadas. Cuenta historias, entrelaza personajes, arma y desarma tramas, cruza destinos y rompe sueños.

“Éxito seguro de ventas”, dice su editor. El público más variado se identifica con los personajes y aplaude rabioso cada una de sus obras. Recibe premios y felicitaciones por parte de los críticos, que admiran su talento innato. “Una capacidad inigualable para reflejar la realidad”, comenta la prensa.

Pero él en realidad no cree que nada de eso sea cierto. Lo único que hace es juntar las piezas del rompecabezas. Una vez alguien le robó su vida, y desde entonces se convirtió en un coleccionista obsesivo de vidas ajenas.

3 comentarios:

Elena Mardorf dijo...

no sé que decir :B

sólo digo que está pulentosaurio

saludos doña

Felipe Iglesias S. dijo...

Habrá sido el llevador?

Saludos, el Cerdo!

Srta. Lepidóptera dijo...

Estimado cerdo: Sus comentarios siempre me generan el más profundo y sincero PLOP!

Saludos para usted.
Y para su ejemplar personal de importación no tradicional.


Y para doña Elena también, por supuesto.